CRYPTO BROS

Entre la hipermasculinidad y la radicalización

por Ian Belzu. 18 de julio, 2024  ·  Cultura / Sociedad / Política

Las criptomonedas están de moda. Sobre todo entre hombres jóvenes, principalmente aquellos que tienen entre 20 y 35 años, y esto no es coincidencia. El mundo de las criptomonedas, más allá del simple atractivo de hacer dinero rápido, se presenta como una cultura hipermasculina disfrazada de “club de los chicos inteligentes”, de la cual forman parte hombres con complejo de empresarios millonarios —comúnmente referidos en inglés con el término burlesco de crypto bros— guiados por la idea capitalista (y machista) del hombre exitoso e inteligente que sabe cómo ganar dinero. Y lo más preocupante es que esta cultura, de creciente popularidad entre hombres cada vez más jóvenes, parece inclinarse cada vez más al libertarismo y a una peligrosa ideología de extrema derecha.

criptomonedas fascismo
Portada: Ian Belzu

El estudio de la economía capitalista, especialmente el campo de economistas como Milton Friedman y otros impulsores del neoliberalismo, siempre ha ido de la mano con políticas conservadoras y de protección del libre mercado. Así como el anteriormente mencionado Friedman, que (además de propagar el neoliberalismo en América Latina mediante dictaduras militares gracias a sus pupilos, los Chicago Boys), ayudó a los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher a instaurar políticas económicas conservadoras que beneficiaron a una pequeña élite a costa del bienestar general de la población, aumentando la desigualdad y la pobreza en los Estados Unidos y el Reino Unido exponencialmente desde los años 80s.

Hoy en día, la principal expresión del capitalismo de libre mercado está en el crecimiento de las criptomonedas y su reputación como una solución revolucionaria a todos los problemas económicos del mundo. Y uno de los fenómenos más interesantes que han surgido como consecuencia de esto es la creciente popularidad que tienen entre hombres jóvenes. Con un 70% de las personas que invierten en criptomonedas siendo hombres (Bankrate: Cryptocurrency Statistics 2024), no debería sorprendernos que el patrón se repita en todo el mundo. Y Bolivia no es la excepción. Yo lo he visto en persona, con un número de amigos y conocidos que, independientemente de la carrera que hayan estudiado, de sus intereses y del conocimiento de economía que tengan, invierten en criptomonedas como si se tratara de una forma de entretenimiento. Escuchando la manera en la que discuten sus estrategias de compra y venta de una y otra moneda, uno pensaría que está rodeado de un grupo de doctores en economía, sin embargo, cuando mencionan todo el dinero que han perdido, se hace evidente que estos cryptobros no tienen idea de lo que están hablando.

Aquellos que sí han estudiado economía o alguna carrera afín, son quienes, con un aire de superioridad y una actitud condescendiente, se ofrecen a explicar a aquellos pobres ignorantes (como yo) cómo funciona el mercado de las criptomonedas y cuáles monedas debería comprar. Esta tendencia ha tomado tal fuerza en personas con estos perfiles que, no solo se ha vuelto su principal actividad y tema de conversación —muchos de ellos basando gran parte de su personalidad en ello— pero han visto en las criptomonedas un área al cual desean dedicar su vida. Con el surgimiento de más y más cursos en línea, diplomados, maestrías y hasta doctorados en criptomonedas, estos chicos buscan adentrarse aún más en el personaje del “excepcionalmente inteligente hombre de negocios”, incluso llegando a referirse a sí mismos como “expertos en criptomonedas” sin tener ni un año de graduados de la universidad, pero con una idea clara de cómo quieren ser percibidos.

Fotografía: Etsy.com

Creo que hay ciertos factores importantes a considerar al momento de tratar de entender este fenómeno.

Por un lado, se puede hacer un claro paralelismo entre esta cultura de “inversionistas” en criptomonedas y el mundo de los juegos de apuestas. A diferencia de la bolsa de valores, donde el valor de una acción tiende a fluctuar muy poco, por lo cual suelen ser inversiones a largo plazo; las criptomonedas son sumamente volátiles e inestables, con el potencial de fluctuar de un minuto para el otro, por lo cual pueden haber grandes ganancias (como también grandes pérdidas) en plazos cortos, lo que las hace una propuesta de entretenimiento igual de adictiva y emocionante que un juego de casino.

Otro factor importante para entender la popularidad de las criptomonedas entre este grupo etario son las redes sociales y la cultura de los memes, que afectan directamente el valor de ciertas monedas (como fue el caso de Doge Coin, y la fugaz popularidad de los NFTs). Y cuando se toma en cuenta que su popularidad está impulsada por un número de influencers, YouTubers y otras figuras mediáticas que apuntan a un público masculino joven que busca ganar dinero y quiere ser percibido como exitoso, su rápida propagación entre ellos no resulta tan difícil de comprender.

Por otro lado, la actitud competitiva de estos hombres por ser los que “más entienden el mercado”, y por consecuencia, los que más dinero ganan, es una reproducción a pequeña escala del tipo de actitudes que rigen el mundo de las finanzas en lugares como Wall Street. Allí, el ganar dinero es un deporte, y el hombre que tenga más dinero será el más respetado y el “más hombre”. Es un mundo hipermasculino, y ese es justamente uno de los factores que atrae a todos estos hombres a invertir. No es coincidencia que la estadística de inversionistas en Wall Street sea muy similar a la de los inversionistas en criptomonedas: 71% de ellos son hombres (Vault: The State of Gender Equality in Wall Street). El capitalismo nos ha enseñado que el empoderamiento masculino está en hacer dinero; y estos hombres, desde los crypto bros que invierten en criptomonedas porque está de moda, hasta los hombres que dedican su vida a comprar y vender acciones en Wall Street, tienen una gran necesidad de demostrar su masculinidad. Ganar dinero (o aparentarlo) es la manera en la que lo logran.

Doge Coin, una de muchas “meme coins”. Fotografía: Beata Zawrzel

La influencia de los ideales que promueve capitalismo en esta generación es increíblemente fuerte, y no solo está presente en el mundo de las criptomonedas, pero también, en un sentido más general, en el entendimiento social y cultural del mundo que tienen muchos de estos chicos (y chicas, aunque parece resonar mucho más con el género masculino). Existe entre ellos una “mentalidad de hacer dinero” que rige sus vidas y hace que su principal y única meta en la vida sea volverse millonarios. Se trata de los mismos ideales que nos han enseñado a admirar a aquellos afortunados hombres que han logrado el éxito económico, a celebrarlos como genios, y a buscar una manera de imitar sus historias de éxito; y la moda de invertir en criptomonedas se constituye en una herramienta más, proporcionada por el mismo sistema, para hacerle creer a la gente que es posible lograrlo.

No hace falta más que echar un simple vistazo a las figuras que encabezan y promueven el mundo de las criptomonedas para darse cuenta cuál es la propuesta ideológica que subyace en esta cultura. Desde figuras como Andrew Tate y su discurso misógino e hipermasculino, quien está enfrentando cargos de violación y de trata de personas para la explotación sexual de mujeres; hasta un personaje como Elon Musk, el “genio multimillonario” al que admiran tantos jóvenes, que, en el nombre de la libertad de expresión, está abriéndole la puerta a discursos de odio y a opiniones extremistas en la plataforma X. La devoción por las criptomonedas también es compartida por figuras políticas y presidentes conservadores como el libertario Javier Milei, quien, entre recurrentes protestas por la privatización de empresas estatales y otras políticas económicas y sociales conservadoras que busca promover, ha asegurado que ve en las criptomonedas una manera de regular la hiperinflación económica en Argentina y de “devolverle el poder monetario a la gente”.

Similarmente, Nayib Bukele, famoso por su fuerte represión contra la violencia de pandillas, la cual ha visto más de 80 mil personas encarceladas en una mega prisión que ha sido denunciada internacionalmente por sus violaciones de derechos humanos, incluyendo la tortura y abuso de sus prisioneros, el encarcelamiento de miles de personas inocentes —entre ellos más de 3 mil menores, quienes, a pesar de no tener ninguna conexión aparente con pandillas fueron arrestados por su apariencia física o su entorno socioeconómico— y la muerte de más de 260 prisioneros. Además de su “mano dura” contra la violencia de pandillas, Bukele también ha generado noticias internacionalmente porque convirtió a El Salvador en el primer país en adoptar el Bitcoin como una moneda con curso legal. Las discusiones entre el éxito o fracaso de esta decisión se siguen dando hasta el día de hoy, sin embargo, lo que es innegable es que la promesa de Bukele de que invertir una parte de los recursos económicos del país en criptomonedas iba a liberarlo de su deuda no se ha cumplido. El Salvador se mantiene como uno de los países más endeudados del mundo, con una deuda externa que equivale al 73.4 % de su PIB.

Y si hay algo que todos estos personajes comparten —y que tanto atrae a las nuevas generaciones— es la imagen que presentan de sí mismos como outsiders, figuras ajenas al sistema que no tienen miedo de ridiculizarlo y desafiarlo, y la manera en la que lo hacen es demostrando una aparente irreverencia y rebeldía, haciendo que los peligrosos ideales que promueven tengan un tono divertido y juvenil. Desde Bukele autoproclamándose el “dictador más cool del mundo”; Javier Milei presentándose deliberadamente como una figura antifeminista, antisocialista, y antisistema que busca generar un cambio radical en su país; Andrew Tate promoviendo “meme coins” y apuntando a hombres jóvenes con la promesa de que “ustedes también pueden ser como yo”; hasta Elon Musk, quien ha desarrollado una personalidad en redes sociales que bordea la parodia y ahonda en la cultura de memes, con muchos de sus posteos burlones en X provocando rápidas fluctuaciones en los precios de ciertas criptomonedas e incluso en el valor de las acciones de una compañía tan grande como Tesla.

Elon Musk junto a Javier Milei, tras una visita del presidente argentino a las fábricas de Tesla en abril de este año. Fotografía: Redes de Javier Milei

En un creciente y preocupante ciclo simbiótico, estas figuras promueven las criptomonedas, apelando de diferentes maneras a una demográfica joven, la cual está cada vez más atraída por las políticas radicales que estas figuras promueven (ya sea de una manera explícita o implícita), provocando más simpatía por sus carismáticas figuras políticas, y dándoles así, más y más poder. Y mientras la juventud va inclinándose cada vez más a la derecha y el mundo de las criptomonedas va haciéndose más popular entre hombres jóvenes, el modelo del “político radical antisistema que promueve las criptomonedas” será uno que empezará a ser usado por cada vez más políticos de extrema derecha por todo el mundo; volviéndose el nuevo perfil preferido de esta corriente ideológica para apuntar a las nuevas generaciones.

Y así, mientras muchos hombres jóvenes pierden su dinero invirtiendo en criptomonedas con la esperanza de volverse millonarios y de ser percibidos como inteligentes y exitosos, los engranajes del capitalismo giran cada vez más rápido, habiendo hecho creer a millones de personas que la salvación del capitalismo puede encontrarse en un nuevo capitalismo más moderno y más inteligente. En palabras del escritor estadounidense John Steinbeck, “La razón por la cual el socialismo no ha funcionado en los Estados Unidos es porque los pobres se ven a sí mismos no como proletariados explotados, sino como millonarios temporalmente avergonzados”.

Y mientras muchos crypto bros se vuelven más pobres de lo que eran —promoviendo una cultura tóxica que busca recuperar los valores masculinos tradicionales en el proceso— quienes realmente salen beneficiados son los hombres millonarios que están en la cima de la pirámide que se hacen cada vez más ricos con el dinero de estos jóvenes, y los políticos de extrema derecha que han identificado la manera de explotar las culturas que se han generado alrededor de las criptomonedas para ganar más y más poder.

En un mundo en el cual los políticos más poderosos de ambos lados están financiados por grandes corporaciones y por hombres multimillonarios como Musk (quien declaró abiertamente que financiará a Donald Trump con 45 millones de dólares cada mes para que pueda llegar a la presidencia), estos políticos, sin importar el partido que representen, se ven obligados a promover políticas conservadoras que beneficien a quienes les dan el dinero que les permite tener poder en el primer lugar. Y así, mientras la derecha se inclina cada vez más a la derecha, la izquierda sigue el mismo patrón y parece inclinarse cada vez más a la derecha.

Después de todo, el mundo lo gobierna el dinero. Tal vez no debería sorprendernos que todos quieran ser millonarios.