MANIFIESTO

Los cementerios son lugares especiales. En sus aires se respira misticismo y se siente un profundo sentimiento de respeto por la muerte, pero sobre todo, por las vidas que se perdieron. El cementerio es un lugar donde se mantienen vivas las tradiciones y rituales de una cultura, siendo uno de los pocos lugares donde realmente se pueden apreciar los sentires y las creencias más profundas de las personas en su estado más vulnerable y puro.

En épocas medievales el cementerio era un lugar lleno de vida, donde la gente iba a socializar, a compartir con amigos y a comer en familia. Vendedores ofrecían cerveza, vino y pan fresco; jóvenes enamorados paseaban allí por las noches, mientras artistas callejeros actuaban y leían poesía ante la multitud reunida. El cementerio era el centro de la vida del pueblo. Un lugar donde, aún después de la muerte, se seguía disfrutando y celebrando en compañía de aquellos seres queridos que habían muerto.

Es así que surge Cementerio Club —cuyo nombre, robado de una canción de Pescado Rabioso— busca recuperar aquellas lindas tradiciones que tenían lugar en los cementerios: compartir, conversar y disfrutar de la vida, celebrando entre los vivos, pero acompañados de los muertos. Es un club para aquellos que aún hoy están atraídos por el cementerio, para las almas perdidas que siguen buscando su lugar en el mundo. Y aunque los dueños de esas almas aún no estén muertos, estos locos románticos encuentran en el cementerio un buen lugar para pasar el tiempo, para leer, conversar, o como el resto de las presentes, para llorar.

Cementerio Club es una revista independiente que busca ofrecer una perspectiva alternativa del mundo en el que vivimos, una empapada de rebeldía y de poesía. Busca promover la discusión y la reflexión, cuestionar lo establecido y promover la cultura y el arte en todas sus formas de expresión; creyendo firmemente que es ahí donde se encuentra el camino para crecer, aprender y mejorar como personas, para poder hacerlo como sociedad. Quedan todos cordialmente invitados a sentarse frente a la primera lápida vacía que encuentren, tallar en ella su nombre y unirse al club.